Empecemos por el principio. No hace falta ser economista para saber que una empresa tiene por objetivo principal maximizar su beneficio, siempre bajo un contexto dado y teniendo en cuenta las reglas de juego del capitalismo y a la competencia. Así pues, en un alarde de inocencia, la ministra de Transición ecológica, Teresa Ribera, el día 30 de agosto del 2021, afirmó que las empresas que controlan el negocio de la luz no tienen empatía social [1]. ¿Quiere esto decir que, según ella, si tuvieran empatía social los precios de la luz no estarían tan altos?

No creemos que sea cuestión de empatía. Más bien, se trata de ser capaz de regular el libre mercado de una manera responsable. Pues el libre mercado no puede ni debe regularse a través del ‘buenismo’ sino desde la responsabilidad. Es decir, a través de un ejercicio que garantice una competitividad que, no por justa, sea menos libre. Una empresa fijará los precios de sus productos y servicios en función de sus costes y del precio que puedan ofrecer otras empresas. De esta manera se llega a un precio de mercado, el cual, no podrá ser alterado por voluntad propia de una o unas cuantas empresas. El mercado de la energía, concretamente el de la generación de la energía eléctrica, no funciona así. Debido a la inexistencia de un ejercicio de competitividad justa y responsable, fruto de la dejadez por parte del Estado en las últimas décadas, actualmente se encuentra en manos de un oligopolio controlado por tres peces gordos: Endesa, Iberdrola y Naturgy. Ellos controlan la mayoría de centrales hidroeléctricas, nucleares y de gas en España. ¡Y sí! ellos fijan los precios a su antojo.

¿Pero cómo funciona el mercado eléctrico?

En resumen, hay una serie de productores de electricidad que ofrecen su energía a un precio dado al mercado español. La demanda global española se estima hora por hora [2] y ésta se va cubriendo con las ofertas más baratas que ofrecen los productores eléctricos. Primeramente, entran las renovables, y por lo general también la nuclear, que ofrecen la energía a coste cero o precios muy bajos; esto se realiza para asegurarse de que el operador eléctrico, denominado OMIE, les comprará toda la electricidad que van a producir ese día. En segundo lugar, vienen el resto de tecnologías, a saber, hidroeléctrica, el gas, el carbón… y cuando por fin se llega a casar la oferta con la demanda, el precio de mercado lo fija el último MWh que ha entrado en la subasta. Para que lo entendamos, pongamos como ejemplo que las renovables y nuclear cubren el 40% de la demanda con la energía que han ofertado una hora concreta, la hidroeléctrica el 50% y el gas el 10% restante, el precio del MWh será el que haya ofertado la tecnología más cara, en este caso concreto, las centrales de gas. Aunque haya productores que oferten su energía a 0€ o por debajo del precio de mercado, el operador eléctrico siempre les adquirirá su energía al precio de mercado fijado para cada hora del día en cuestión. En conclusión, el precio de mercado lo fija la tecnología más cara y, debido a las reglas de juego establecidas en su momento, todas las tecnologías, sean más caras o más baratas, recibirán el mismo precio por sus megavatios hora vendidos.

Un negocio redondo para unos cuantos

Estas reglas de juego se establecieron cuando se liberalizó el mercado eléctrico en el año 1997, bajo el primer gobierno de Aznar. El diseño es similar al de otros países europeos, pero únicamente es eficiente si se logra crear una verdadera competencia entre productores. Como ya se ha comentado, en el caso de España tres grandes productores se reparten el pastel, con lo que es muy probable que existan acuerdos entre ellos para maximizar sus beneficios. Últimamente, se está poniendo en entredicho a la hidroeléctrica. Y no es para menos. Es una tecnología que puede producir energía a muy bajo coste, ya que, en general las inversiones que se realizaron en su día ya están amortizadas y utilizan un recurso natural gratuito, el agua. Tiene la ventaja, además, de que se puede almacenar por lo que pueden jugar con el vaciado de los embalses para aumentar o disminuir la producción. Se estima que el coste de producción del MWh, teniendo en cuenta todos sus costes asociados, ronda los 5€. Y lo sorprendente es que últimamente están ofertando a más de 100€/MWh. ¿Y por qué motivo la hidroeléctrica oferta a ese precio? Muy fácil, porque los señores del agua también son los dueños de las centrales de combustibles fósiles, como el gas, y saben lo que cuesta producir electricidad con este combustible. En consecuencia, para poder vender toda la producción que deseen con hidroeléctrica, únicamente deben ofertar un poquito por debajo del precio que pueden ofrecer las centrales de gas. Como a ciertas horas del día la demanda es baja, esta tecnología será la que fije el precio de mercado para estas horas concretas. En una situación de competencia real entre hidroeléctricas, el precio que ofrecerían sería el precio de coste (recordemos unos 5€/MWh) más un cierto margen de beneficio. Pero la realidad es totalmente diferente, ya que, los precios de mercado fijados por la hidroeléctrica superan, últimamente, los 100€/MWh. Pues amigo, piensa mal y acertarás. Estas empresas se están aprovechando de un mercado supuestamente libre y, además, me atrevería a decir que están infringiendo la ley por acordar precios entre ellas.

El gobierno decidió, hace unos años, modificar las reglas de juego a las renovables para que su rentabilidad fuera razonable, entorno al 7%. En cambio, debido al mal diseño del mercado eléctrico, la rentabilidad de tecnologías como la nuclear o la hidroeléctrica puede superar ampliamente el 1.000%. Y nadie hace nada, ¿por qué será? ¿Dejadez? ¿puertas giratorias?

Nos pueden confinar en casa, pueden cerrar negocios, poner todo tipo de restricciones que afectan a nuestros derechos básicos… pero, al parecer, no pueden regular un mercado totalmente corrupto e injusto. Un mercado que es crucial, ya que sin energía no existiríamos.

Exigimos justicia, exigimos aplicar medidas que acaben con los privilegios de las grandes empresas que se reparten el pastel de la energía eléctrica.

¿Qué podría hacer el gobierno para atajar

este problema de raíz?

Además de las medidas tomadas por el gobierno mediante el Real Decreto-ley 17/2021 [3] aprobado por el Consejo de Ministros el 14 de septiembre de 2021, hay otras medidas de carácter más estructural que podrían llevarse a cabo, entre ellas las siguientes:

  • Exigir una auditoría de costes a las grandes centrales hidroeléctricas y a la nuclear para conocer el coste real del MWh. Dicho coste debería ser público y actualizado anualmente.
  • Limitar el precio a la nuclear y la hidroeléctrica para que, igual que hicieron con las renovables, su rentabilidad sea razonable (entorno al 7%).
  • Crear una empresa pública que gestione las grandes centrales hidroeléctricas, la cual, fijaría los precios en función de los costes y de un cierto margen para asegurar su sostenibilidad.

¿Se atreverán a poner soluciones reales sobre la mesa o preferirán mantener el statu quo y seguir fomentando un sistema que favorece descaradamente a las grandes empresas del lobby eléctrico?

[1] https://www.publico.es/publico-tv/publico-al-dia/programa/970026/teresa-ribera-sobre-los-precios-de-la-electricidad-aqui-no-se-ha-mostrado-en-absoluto-ninguna-empatia-social

[2] https://demanda.ree.es/visiona/peninsula/demanda/total (DEMANDA EN TIEMPO REAL)

[3] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2021-14974

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